Por: Krystal L. Pérez Martínez. MTS / Presidenta Colegio de Profesionales del Trabajo Social de PR
Atender el problema de personas sin hogar en este momento histórico requiere pensar más allá del estereotipo que se ha creado de las personas que solemos ver viviendo en las calles.
Desde la profesión del Trabajo Social en Puerto Rico reconocemos al ser humano que vive la situación del sinhogarismo como un ente biopsicosocial, pero no responsabiliza a la persona por su situación de vida. Abordamos el fenómeno vinculado a factores sociales, económicos, políticos y culturales.
Las personas sin hogar son el reflejo visible de la pobreza, las desigualdades sociales, los prejuicios, los fenómenos ambientales, la exclusión social, el desempleo, la carencia de una vivienda adecuada y accesible, la violencia estructural y otros problemas socioeconómicos. A esto se añade que hoy día las personas y familias en Puerto Rico viven amenazadas por el desplazamiento y la gentrificación que les arrebatan sus hogares y techos seguros.
Existen otras poblaciones que pueden ser oprimidas y cuyos derechos humanos pueden estar en mayor magnitud de ser vulnerados. Por ejemplo: la población extranjera y las personas de la comunidad LGBTTIQ+, quienes no cuentan con espacios de vivienda accesibles por sus diversidades de estatus migratorios o diversidad sexual. Se debe reconocer en esta población la heterogeneidad que existe para lograr atender y extender sus servicios, a través de la inclusión de los mismos, como: población de mujeres y mujeres con crías, personas exconfinadas, jóvenes menores de edad, personas neurodivergentes o con diversidad funcional, entre otras.
Toda esta situación amerita que se preste atención a la prevención de las causales de esta realidad como lo son: el fortalecer los servicios de salud mental y programas dirigidos al uso problemático de sustancias y prestarse atención a mejorar los servicios ofrecidos a las personas confinadas una vez salen a la libre comunidad. Es importante fortalecer y expandir los programas de rehabilitación y reintegración a la sociedad para las personas sin hogar que se beneficien del programa.
De esta manera se innova desde la prevención que es lo que permitirá el avance del desarrollo de las comunidades de Puerto Rico, y hasta analizar el corte de presupuestos en acciones que solo atienden los resultados de la necesidad real.
Otro aspecto a considerar es que se requiere de asignaciones presupuestarias para que se construyan proyectos de vivienda permanente y limitar los vales de vivienda para arrendar otros espacios. El mercado de los alquileres ha sido controlado por los alojamientos de corto plazo de corporaciones como Airbnb, del cual ha creado un aumento en el problema de vivienda que trasciende a la población sin hogar y pone en riesgo al resto de la ciudadanía puertorriqueña.
La profesión del Trabajo Social se compromete con las personas, y organiza su acción profesional para, junto a estas enfrentar las diversas manifestaciones de la opresión que degradan la dignidad humana.
Nuestra profesión reconoce y destaca el esfuerzo de participación y de inclusión de los sectores que proveen servicios o se relacionan con las personas sin hogar, pero es importante escuchar las voces de las personas que están experimentando el sinhogarismo para la creación de política pública, para el desarrollo de planes estratégicos y asignación de fondos para proyectos, entre otros esfuerzos y discusiones.
Sus situaciones de vida complejas y la vulneración de sus derechos humanos son los asuntos primordiales que como país debemos atender, entendiendo que sus experiencias, vivencias y sus voces deben ser siempre consideradas.
